También, desde la más remota antigüedad, el cerdo ibérico, animal del que proviene el jamón de Montánchez, ha formado parte del paisaje de Extremadura; en cuya dehesa eran ya los romanos expertos ganaderos, como eran, asimismo, expertos elaboradores de perniles conservados en sal. Estas tradiciones se han mantenido a lo largo de la historia, ayudando a conservar y mejorar una raza de cerdo que constituye un auténtico tesoro genético, y que está perfectamente adaptado al ecosistema de la Dehesa de Extremadura. En el caso de las dehesas cacereñas, la producción de ganado porcino ya se recogía en los Fueros de Montánchez, que datan del año 1236, en los que aparece documentada la existencia de dehesas especialmente destinadas a la producción de bellotas.